martes, 6 de noviembre de 2018

Lo que nos enseñan


Ella se fijaba en los letreros, los de las calles, los de las tiendas y quería poder entender todas esas letras. Quería leer todos los libros que su tía atesoraba en la alacena de la entrada de su casa. Quería…
…Tanto aprender que su sueño acabó siendo enseñar, ayudar a otros a descubrir los libros de las alacenas, a entender el mundo que nos rodea.
Cuando grandes sueños se cumplen, grandes cosas se consiguen, porque el aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo.
Varios cientos de niños pasaron por su pizarra, varios cientos de niños escucharon sus lecciones. Algunos se aburrieron, otros tantos aprendieron y solo unos pocos descubrieron la verdadera emoción de cada sendero. Senderos encontrados en cada libro, senderos hallados en cada palabra de las lecciones escuchadas, senderos con distintos rumbos para una sola vida.
Una alumna en partículas, después de muchos maestros tener, y con el rumbo un poco perdido, a esta maestra descubrió en su extraño camino.
El primer día entró en su clase con temor, pero algo la empujó a escuchar la primera lección con ilusión. Ilusión que poco a poco fue creciendo, entre números y enigmas, entre letras y aventuras. Cada día llegaba a clase con más energía que el anterior, con ganas de absorber toda la sabiduría que el mundo podía ofrecerle, y todo esto gracias a ella, a esa profesora que iluminada sus días más nublados.
No había sumas complicadas ni verbos imposibles, no si ella los explicaba. Lo único difícil era parar de escucharla, de ver su sonrisa brillar, llena de satisfacción al descubrir la atenta mirada de sus alumnos.
Pero esta alumna no solo aprendió números y letras, también descubrió el valor de algo muy importante, el de ella misma. Su profesora sin saberlo, le enseñó a no tener límites, a que el sol no es la única estrella que brilla. Le enseñó a valorar los detalles más pequeños, a soñar su vida y vivir su sueño.

 Todos en nuestras vidas nos cruzamos con diferentes personas. Algunas nos aportan emoción, otras lecciones y otras simplemente se pierden en el olvido.
Los profesores en nuestra infancia son nuestros dioses del Olimpo y en nuestra adolescencia nuestros torturadores personalizados. Pero incluso aunque sean extremos tan opuestos en nuestra vida, son valiosos en nuestros rumbos, porque los buenos profesores no solo enseñan lo escrito en los libros, sino que también nos enseñan a escribir nuestro propio libro de la vida.

sábado, 28 de abril de 2018

Miedo

Miedo cautivo
de errores maldito
en este cuaderno escribo
sentimientos en el olvido

Prejuicios insanos
de hechos mal-logrados
terrores infundados
de recuerdos aletargados.

Sentirte desnudo e inseguro
frágil e imperfecto,
ante unos ojos vacíos de expresión
que cautivaron la razón
y sin darte cuenta acabas
inundada en el miedo aterrada.

Miedo irracional, inexplicable, inimaginable
pero aun así derrotable.

Miedos que hicieron perder grandes batallas
y valientes que llenan los cementerios
¿dónde está el termino medio?


Pensamientos...


Largas son las esperas de las horas inagotables de un día solitario en el patio afincado. Con ojos castaños veo la luz del sol cruzar el lugar, de pared a pared, día a día sentado en mi atril, contemplando la armonía.
Armonía de la vida, viendo las plantas crecer y el sol resplandecer. Las gotas del rocío cada mañana brillan en las hojas posadas, para desvanecerse con el tiempo, hasta el siguiente amanecer de buen tiempo.
Una urraca se posa sobre una piedra. Inquieta salta en ella, mientras yo la observo con curiosidad y cierto instinto me impulsa a saltar. La urraca vuela asustada a la pared más elevada y yo me quedo contemplando sin poder llegar a su altura por falta de envergadura.
Escucho de cuando en cuando a mi buena compañía, que aunque vieja es terca y ruidosa. Se aburre tanto o más que yo, pero por mucho que me enfade con él, cada día le quiero más que ayer. Refunfuña y remolonea, porque la edad no pasa en pena, pero con el me he criado y él me ha enseñado, a pasar cada día aquí plantado en melancolía.
Un ruido escucho a lo lejos y toda pena se me pasa, corro hacia la puerta a ver qué pasa. Por fin llega la hora y al abrir la puerta mi corazón se descontrola. Todo lo que espero se compensa con esta alegría viendo a mi dueño entrar en casa como cada día.

Pensamientos... de perros :)

miércoles, 4 de abril de 2018

Dragón

Dragón de fuego
eterno recuerdo.

Calor interno
brasas e incendio.

Fervor exalado
en un suspiro atenuado.

Una llama se enciende en tu interior, suave y lento va ardiendo. Cálidamente te inunda y te embarga, por cada extremidad encontrada, por cada segmento de tu cuerpo hallado.
Mantiene el calor, la vida en una chispa ahora encendida que puede desvanecerse poco a poco o rápidamente absorbida por un tornado, pero jamás extinguida, y si esto pasa, la chispa volverá a retornar en llama ardiente una vez mas.
Una explosión repentina te invade por completo como una marea de lava recorriendo tus venas. Intensa sensación, hormigueo en los dedos, repentino fulgor en los ojos que miran intensamente su nuevo objetivo.
Respira, siente el fuego, deja que se apodere de ti, sigue el instinto, ese cosquilleo perturvador y agradable a la vez, que te enreda sin remedio alguno. No luches contra él, forma parte de ese poder, domínalo y mantente firme.

La batalla acaba de empezar,
y tú no la perderás.

Sudor, tierra y sangre
mezclado con cuerpos errantes.

El ojo se abrió
mostrando el resplandor
de un ambarineo color
que da paso al dragón.

Despertar la furia del fuego, engendrado en el interior del averno, levanta y asciende entre el viento, chispeando en una llama que se eleva. Dragón que expande sus alas y alza el vuelo, planeando entre la bruma y fragor, con el ojo en su misión.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Pulso

Adrenalina, sobresalto, excitación, emoción, esa sensación que se genera en una fracción de segundo cuando algo te llena y te inunda.
Pulso. En un pulso de euforia por ver algo deseado al fin logrado.

La respiración se agita, se acelera el momento antes de la comprobación, para detenerse de golpe, expectante del suceso si saldrá bien o mal, si el esfuerzo mereció la pena. Y, de repente, ahí están, como un destello de luz, los resultados deseados. Pulso, recorre tu cuerpo, palpitando. Una explosión que llena el vacío de la disconformidad ahora reemplazado por orgullo.

Estas simplemente son meras emociones, reacciones que siento cada vez que algo sale bien, sale perfecto e impecable. Un trabajo meticuloso da sus frutos, un trabajo investigando, descubriendo el mundo. Qué fascinante es descubrir algo nuevo. Una nueva forma de vida, algo más longevo que el hombre tal y como lo conocemos, más adaptado y evolucionado solo por su capacidad de crecer y desarrollarse en las condiciones más extremas.

Y ahora pienso, si es así con algo tan minúsculo, ¿qué será con algo más grande?, ¿qué será el universo, el cosmos?

Explosión, destello de luz, energía, ¡PULSO!
Esa fracción donde todo giró y rodó,
la infinidad albergada
en el todo y en la nada.

¿Cómo tolerar tal cantidad de espacio, de planetas, estrellas, galaxias...? ¿Cómo no temer a un universo que puede ser tan ínfimo como los átomos que conocemos frente al resto del cosmos? Y con temor me refiero a lo desconocido, a no saber, lo que al final se convierte en nuestro peor enemigo.

Ahora solo piensa que, al final, lo que conoces del mundo es lo que te rodea, tu planeta, el cual se formó a partir de la misma energía que se formaron las estrellas, las cuales al final de su vida explosionan, pero otras nuevas se generan y todo retorna. Tú, procedes de este planeta y, por lo tanto, parte de ti procede de las estrellas, de ese infinito inimaginable e inalcanzable a nuestros ojos, pero no a nuestra sabiduría.

En física hay una ley que dice que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Eres el producto de esa energía transformada, energía del universo, del cosmos.

Tú eres esa nueva forma de vida descubierta por otros también, tú generas las mismas emociones en el cosmos que las bacterias generan en mí al descubrirlas.

Así que no huyas, no temas al saber, no temas al infinito, ni a la ciencia, ni a descubrir, ni a soñar porque no sabes si sueñas o recuerdas algo lejano. Solo céntrate en ver, aprender, descubrir lo que te rodea, cada mota de polvo, cada rincón oculto.

Pero sobre todo descúbrete a ti, respira, inúndate de infinito, emociónate, acelérate, cierra los ojos y siente.
Siente el pulso recorrerte, déjate invadir por él y descubre el universo.

Carta a una estrella

Que diferente es todo desde que el universo gano una estrella y el pueblo perdió una vida terrenal. Los árboles siguen creciendo, las flores naciendo y el sol luciendo, pero tú no lo ves desde el mismo lugar que yo, quizás, sólo quizás estés en cada flor, en cada hoja o en cada día que amanece y de esta forma yo puedo observarte cada vez que mire a mi alrededor.
Muchas cosas han pasado desde que las piedras no son paradas en el camino para sentarse a ver pasar el tiempo y todo cambio en el momento que otra piedra se cerro y te ocultó para siempre, pero esta carta no es para ocultarte u olvidarte, si no para recordarte y hablarte, porque nada se va del todo mientras el mundo siga girando.
La vida ahora es diferente, hay Smartphone en todas las casas del primer mundo y más guerras de las que se recuerdan, porque no es solo lo que las noticias te dejan ver, si no la maldad generalizada que habita en cada persona, en cada animal de la raza humana. Ahora que lo pienso, quizás el mundo no haya cambiado tanto salvo por los avances tecnológicos, un presidente de color estadounidense y los ojos que perdieron la inocencia.

Recuerdo las expectativas de futuro que teníamos, todos los planes, todos los viajes imaginados que quedaron en el mundo paralelo donde cada decisión y cada elección abre un mundo diferente creando un bucle en el universo que converge en un mismo punto donde se decide tu destino y donde se decidió que tú estarías en el mío.
Cada día te recordamos con alegría, no solo yo, si no toda la gente que quería. No quiero decirte que hay penas o lastimas pero si añoranzas y lágrimas que brotan de emoción cada vez que nos haces falta, pero aun así te recordamos con alegría porque estuviste en nuestra vida y nos regalaste tu tiempo en este planeta. Nos enseñaste a sonreír, a disfrutar de las pequeñas cosas en la vida, cada instante, cada segundo con los seres queridos a tu lado, aunque nos lo enseñaste de la forma más cruel, con tu pérdida, pero lo que no te mata, te hace más fuerte ¿no?

En mi caso me enseñaste a sobrevivir sin saberlo, me preparaste para el mundo y me diste tu más profundo cariño y amor, y, sin saberlo, me diste una amistad que nunca perderé porque aunque no estés, en cada momento necesario te encuentro. Te encuentro en el sonido del viento, en el llanto de un niño, en la mirada de dos hermanas. Te encuentro acompañándome en la tristeza y alegrándote por mí en mi sonrisa y te encuentro porque sé que estás, porque tu cuerpo solo era un límite pero tu espíritu es infinito y habita en todos los lugares donde se te quiere, en cada banco de esta plaza que te vio crecer y en las cigüeñas que te veían pasar cada domingo de primavera.
Pero tu espíritu es tan grande que dio vida a una estrella que ahora brilla todas las noches despejadas, viendo al mundo crecer y morir a cada instante y observando cada uno de nuestros movimientos.

Te doy las gracias por haber existido, por ser nuestra hermana, nuestra hija, prima, querida nieta, amada sobrina y añorada amiga, gracias por venir y por estar pero sobre todo gracias por querernos con tanta fuerza como para seguir esperándonos, porque el cuerpo es un límite que superaremos cuando seamos lo suficientemente sabios.