Adrenalina, sobresalto, excitación, emoción, esa sensación que se genera en una fracción de segundo cuando algo te llena y te inunda.
Pulso. En un pulso de euforia por ver algo deseado al fin logrado.
La respiración se agita, se acelera el momento antes de la comprobación, para detenerse de golpe, expectante del suceso si saldrá bien o mal, si el esfuerzo mereció la pena. Y, de repente, ahí están, como un destello de luz, los resultados deseados. Pulso, recorre tu cuerpo, palpitando. Una explosión que llena el vacío de la disconformidad ahora reemplazado por orgullo.
Estas simplemente son meras emociones, reacciones que siento cada vez que algo sale bien, sale perfecto e impecable. Un trabajo meticuloso da sus frutos, un trabajo investigando, descubriendo el mundo. Qué fascinante es descubrir algo nuevo. Una nueva forma de vida, algo más longevo que el hombre tal y como lo conocemos, más adaptado y evolucionado solo por su capacidad de crecer y desarrollarse en las condiciones más extremas.
Y ahora pienso, si es así con algo tan minúsculo, ¿qué será con algo más grande?, ¿qué será el universo, el cosmos?
Explosión, destello de luz, energía, ¡PULSO!
Esa fracción donde todo giró y rodó,
la infinidad albergada
en el todo y en la nada.
¿Cómo tolerar tal cantidad de espacio, de planetas, estrellas, galaxias...? ¿Cómo no temer a un universo que puede ser tan ínfimo como los átomos que conocemos frente al resto del cosmos? Y con temor me refiero a lo desconocido, a no saber, lo que al final se convierte en nuestro peor enemigo.
Ahora solo piensa que, al final, lo que conoces del mundo es lo que te rodea, tu planeta, el cual se formó a partir de la misma energía que se formaron las estrellas, las cuales al final de su vida explosionan, pero otras nuevas se generan y todo retorna. Tú, procedes de este planeta y, por lo tanto, parte de ti procede de las estrellas, de ese infinito inimaginable e inalcanzable a nuestros ojos, pero no a nuestra sabiduría.
En física hay una ley que dice que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Eres el producto de esa energía transformada, energía del universo, del cosmos.
Tú eres esa nueva forma de vida descubierta por otros también, tú generas las mismas emociones en el cosmos que las bacterias generan en mí al descubrirlas.
Así que no huyas, no temas al saber, no temas al infinito, ni a la ciencia, ni a descubrir, ni a soñar porque no sabes si sueñas o recuerdas algo lejano. Solo céntrate en ver, aprender, descubrir lo que te rodea, cada mota de polvo, cada rincón oculto.
Pero sobre todo descúbrete a ti, respira, inúndate de infinito, emociónate, acelérate, cierra los ojos y siente.
Siente el pulso recorrerte, déjate invadir por él y descubre el universo.
miércoles, 21 de febrero de 2018
Carta a una estrella
Que diferente es todo desde que el universo gano una estrella y el pueblo perdió una vida terrenal. Los árboles siguen creciendo, las flores naciendo y el sol luciendo, pero tú no lo ves desde el mismo lugar que yo, quizás, sólo quizás estés en cada flor, en cada hoja o en cada día que amanece y de esta forma yo puedo observarte cada vez que mire a mi alrededor.
Muchas cosas han pasado desde que las piedras no son paradas en el camino para sentarse a ver pasar el tiempo y todo cambio en el momento que otra piedra se cerro y te ocultó para siempre, pero esta carta no es para ocultarte u olvidarte, si no para recordarte y hablarte, porque nada se va del todo mientras el mundo siga girando.
La vida ahora es diferente, hay Smartphone en todas las casas del primer mundo y más guerras de las que se recuerdan, porque no es solo lo que las noticias te dejan ver, si no la maldad generalizada que habita en cada persona, en cada animal de la raza humana. Ahora que lo pienso, quizás el mundo no haya cambiado tanto salvo por los avances tecnológicos, un presidente de color estadounidense y los ojos que perdieron la inocencia.
Recuerdo las expectativas de futuro que teníamos, todos los planes, todos los viajes imaginados que quedaron en el mundo paralelo donde cada decisión y cada elección abre un mundo diferente creando un bucle en el universo que converge en un mismo punto donde se decide tu destino y donde se decidió que tú estarías en el mío.
Cada día te recordamos con alegría, no solo yo, si no toda la gente que quería. No quiero decirte que hay penas o lastimas pero si añoranzas y lágrimas que brotan de emoción cada vez que nos haces falta, pero aun así te recordamos con alegría porque estuviste en nuestra vida y nos regalaste tu tiempo en este planeta. Nos enseñaste a sonreír, a disfrutar de las pequeñas cosas en la vida, cada instante, cada segundo con los seres queridos a tu lado, aunque nos lo enseñaste de la forma más cruel, con tu pérdida, pero lo que no te mata, te hace más fuerte ¿no?
En mi caso me enseñaste a sobrevivir sin saberlo, me preparaste para el mundo y me diste tu más profundo cariño y amor, y, sin saberlo, me diste una amistad que nunca perderé porque aunque no estés, en cada momento necesario te encuentro. Te encuentro en el sonido del viento, en el llanto de un niño, en la mirada de dos hermanas. Te encuentro acompañándome en la tristeza y alegrándote por mí en mi sonrisa y te encuentro porque sé que estás, porque tu cuerpo solo era un límite pero tu espíritu es infinito y habita en todos los lugares donde se te quiere, en cada banco de esta plaza que te vio crecer y en las cigüeñas que te veían pasar cada domingo de primavera.
Pero tu espíritu es tan grande que dio vida a una estrella que ahora brilla todas las noches despejadas, viendo al mundo crecer y morir a cada instante y observando cada uno de nuestros movimientos.
Te doy las gracias por haber existido, por ser nuestra hermana, nuestra hija, prima, querida nieta, amada sobrina y añorada amiga, gracias por venir y por estar pero sobre todo gracias por querernos con tanta fuerza como para seguir esperándonos, porque el cuerpo es un límite que superaremos cuando seamos lo suficientemente sabios.
Muchas cosas han pasado desde que las piedras no son paradas en el camino para sentarse a ver pasar el tiempo y todo cambio en el momento que otra piedra se cerro y te ocultó para siempre, pero esta carta no es para ocultarte u olvidarte, si no para recordarte y hablarte, porque nada se va del todo mientras el mundo siga girando.
La vida ahora es diferente, hay Smartphone en todas las casas del primer mundo y más guerras de las que se recuerdan, porque no es solo lo que las noticias te dejan ver, si no la maldad generalizada que habita en cada persona, en cada animal de la raza humana. Ahora que lo pienso, quizás el mundo no haya cambiado tanto salvo por los avances tecnológicos, un presidente de color estadounidense y los ojos que perdieron la inocencia.
Recuerdo las expectativas de futuro que teníamos, todos los planes, todos los viajes imaginados que quedaron en el mundo paralelo donde cada decisión y cada elección abre un mundo diferente creando un bucle en el universo que converge en un mismo punto donde se decide tu destino y donde se decidió que tú estarías en el mío.
Cada día te recordamos con alegría, no solo yo, si no toda la gente que quería. No quiero decirte que hay penas o lastimas pero si añoranzas y lágrimas que brotan de emoción cada vez que nos haces falta, pero aun así te recordamos con alegría porque estuviste en nuestra vida y nos regalaste tu tiempo en este planeta. Nos enseñaste a sonreír, a disfrutar de las pequeñas cosas en la vida, cada instante, cada segundo con los seres queridos a tu lado, aunque nos lo enseñaste de la forma más cruel, con tu pérdida, pero lo que no te mata, te hace más fuerte ¿no?
En mi caso me enseñaste a sobrevivir sin saberlo, me preparaste para el mundo y me diste tu más profundo cariño y amor, y, sin saberlo, me diste una amistad que nunca perderé porque aunque no estés, en cada momento necesario te encuentro. Te encuentro en el sonido del viento, en el llanto de un niño, en la mirada de dos hermanas. Te encuentro acompañándome en la tristeza y alegrándote por mí en mi sonrisa y te encuentro porque sé que estás, porque tu cuerpo solo era un límite pero tu espíritu es infinito y habita en todos los lugares donde se te quiere, en cada banco de esta plaza que te vio crecer y en las cigüeñas que te veían pasar cada domingo de primavera.
Pero tu espíritu es tan grande que dio vida a una estrella que ahora brilla todas las noches despejadas, viendo al mundo crecer y morir a cada instante y observando cada uno de nuestros movimientos.
Te doy las gracias por haber existido, por ser nuestra hermana, nuestra hija, prima, querida nieta, amada sobrina y añorada amiga, gracias por venir y por estar pero sobre todo gracias por querernos con tanta fuerza como para seguir esperándonos, porque el cuerpo es un límite que superaremos cuando seamos lo suficientemente sabios.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)